Sobre la Locura:
"Parece haber cada día más enfermos en el hospital. Caminan por el fondo y por los patios que dan a los costados de los pabellones. Caminan y no hablan. Los observo desde mi ventana privada: cómo cae, a plomo, el sol de otoño y cómo caminan sin parar cientos de enfermos. La Locura es una forma de caminar, de moverse; la locura es una posición del cuerpo, que declina, y del espíritu, que se transforma en la confusión de la existencia. El loco camina y sólo mira el suelo, hace gestos mecánicos y al mismo tiempo enérgicos. Como si cada gesto y movimiento de su cuerpo obedeciera a un mandato cuyo centro estuviera lejos de él. Como lo está la cordura. El paciente del hospital, aún cuando su locura fuera pura ficción, siempre se deteriora con el paso del tiempo, porque el tiempo en el hospital tiene códigos diferentes del tiempo de la cordura. El extraño efecto que produce el paso del tiempo en el hospital se verifica como una inscripción en el cuerpo del enfermo. Una parte del paciente deja de funcionar, y otra parte, fuera de él, se hace cargo de las rutinas: moverse, comer, contestar. La Locura, entonces, no es una ruptura de las facultades que nos conectan con aquello que llamamos realidad, como quieren que creamos los psiquiatras, sino un estado de permanente espera, una especie de aura que brilla en la oscuridad de un hospital para enfermos mentales".
Abril, martes, en el patio
Jacobo Fijman de “Crónica de Sombras”