El Hospital.

El Hospital Neuropsiquiátrico Braulio A. Moyano está situado en:

Brandsen 2570, CABA.





















Colectivos que pueden acercarlo


Línea 37: en la esquina de Velez Sarsdfield y Amancio Alcorta.

Línea 59: en la esquina de Amancio Alcorta y Brandsen.

Líneas 25, 45, 95, 79, 100 y 134: en la esquina de Dr. Ramón Carrillo y Brandsen.

Subte: Línea C, estación Constitución.


Fachada del hospital. Edificio central.

















Consultorios Externos.







Vista aérea del Hospital.

























Otras imagenes del Hospital:

http://locurasypsicosis.blogspot.com.ar/2013/04/desde-adentro.html 

Fotos: cortesía del Dr. Sergio Gustavo Evrard. Más fotos: acá





















Notas interesantes sobre el hospital y la locura.


Historia bajo las Baldosas


Día a día, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires caminamos por la calle sin siquiera percatarnos de lo que hay debajo de las veredas que soportan constantemente nuestros pasos. Azarosamente el tiempo hizo

 que varias excavaciones en distintos lugares de la ciudad, fueran descubriendo parte del pasado, tanto del barrio como de la ciudad.
El Hospital Braulio Moyano es uno de esos históricos lugares que guardan en sus anales pedazos de historia no sólo dentro de la medicina argentina, sino también dentro de nuestro pasado y de la conformación de la sociedad.

Los túneles que comunicaban los pabellones de algunos hospitales creados a fines del siglo XIX, como los del Hospital Moyano fueron, por su importancia histórica, restaurados por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural (CPPHC) de la Ciudad. La historia de la creación de estos túneles es realmente tan increíble como incierta.
“Túneles de la Mazorca del Hospital Neurosiquiátrico Braulio Moyano” es como se conoce al histórico subsuelo del edificio de salud pública. Así es, como a medida que se desarrollan las obras de sanidad porteñas a fines del Siglo XIX y comienzos del 1900, se encuentran innumerables laberintos, muchos de los cuales fueron cegados o tapiados. Gran cantidad de estos túneles fueron hallados debajo de los Hospitales que diariamente frecuentan los vecinos de Botánico Sur.
Existen de todo tipo de túneles: grandes, medianos y pequeños, pero lo que todavía no se ha podido esclarecer, es la verdadera utilidad que se le daba a dichos pasajes. La finalidad que inicialmente se le daba a los túneles, es aleatoria e imprecisa. Solo existen suposiciones, hipótesis formadas a partir del tipo de sociedad que existía en la época en que los pasadizos se utilizaban.


Según suposiciones, los jesuitas que se asentaron en toda la región, y según los historiadores, fueron los impulsores de varios de los túneles, partieron expulsados del Río de la Plata en 1767, por orden del rey Carlos III. Con ellos se llevaron muchas respuestas hasta hoy desconocidas, ya que las obras subterráneas se interrumpieron y con el paso de los años los túneles pasaron a formar parte de la mitología urbana.
"Según se cree, los túneles comunicaban las diferentes construcciones jesuíticas: bibliotecas, parroquias, escuelas. También se especula que pueden haber sido usados para el tráfico de esclavos", explica Margarita Eggers Lan, autora del libro "Historias bajo las baldosas".
Así, existieron varios especialistas sobre el tema, quienes se dedicaron a compilar, conservar y suponer teorías sobre la información que iban reuniendo del pasado de estas fincas.
Algunas de las personalidades que mayor influencia tuvieron sobre el tema fueron el arquitecto Héctor Greslebin y el ingeniero Carlos L. Krieger, además del ex director del Museo Etnográfico Sr. Félix F. Outes, en la actualidad al arquitecto Daniel Schavelson, arqueólogo especialista en urbanidad y el arqueólogo Marcelo Weissel, director del programa “Historia bajo las baldosas”.


Algunas de las hipótesis mencionadas, además de la posible creación de los túneles por parte de los jesuitas, son: a partir de la concepción higiénica que se vivía por la época en donde los túneles fueron creados - Siglo XV en adelante - los antiguos especialistas en salud utilizaban estos túneles para trasladar a los enfermos cuando llovía, o llevaban a los fallecidos fuera de la vista de los habitantes de la ciudad. Además, este era un veloz sistema de comunicación entre los distintos pabellones. Conjuntamente el Hospital Moyano, el Borda, el Hospital Rivadavia y el Laboratorio Pasteur, entre otros institutos médicos tuvieron este sistema. Se cree que la mano de obra fue de los esclavos y, sobre todo, de los aborígenes de los años 1600.
Una recopilación de los licenciados Leticia Maronese y Marcelo Weissel contiene un testimonio anecdótico anónimo que habla, por un lado de la descripción de los antiguos pasadizos, y por el otro, de los tipos de usos que se le daba a los túneles: “Desde el Pabellón de Anatomía Patológica se bajan unos escalones, hay que entrar agachado, el piso va bajando, pero hay tanto limo que nosotros nos enterramos y no podíamos ni sacar las botas. El muchacho que me acompañaba se acobardó. Esto fue en el año 1984 o 1985. Cuando yo me metí en los túneles de allí se encontraban muy desmoronados y luego fueron incorporados a los nuevos que estaban haciendo.
Había abajo acetona de petróleo que se usaba en el Laboratorio para la verificación de los cortes de cerebro que se hacían, inclusive encontramos muchas de esas fotografías de vidrio que son la copia de los recortes cerebrales que también hay arriba. Salimos pronto porque la acetona es tóxica e inflamable (…) Ese túnel conectaba con el Riachuelo. Se usó para transporte de armas. Era anterior a la construcción del Pabellón de Anatomía Patológica, que es de fines del siglo XIX”.
“En el Hospicio era frecuente que las internas quedaran embarazadas. Cuando estaba regenteado por las monjas, el Hospital Moyano fue también escuela y taller. Las internas hacían, sombreros, medias, calzado, chalecos. A muchas no les gustaba trabajar y querían salir. Había mujeres que se escondían con las criaturas en los túneles y escapaban. Una vez se escuchó un llanto de bebé, entonces algunos se metieron en los túneles y encontraron a una mujer con su hijo que había entrado por una salida a la Estación de Constitución que tiene ese túnel”.
A partir de este testimonio, cabe suponer que los médicos del Siglo XIX, utilizaban los pasillos creados hipotéticamente por los jesuitas, para trabajar en la ciencia medicinal.
Precisamente con la idea de revelar esa historia que se esconde debajo de la ciudad, la Secretaría de Cultura del gobierno porteño presentó el programa “Historia bajo las baldosas”, un proyecto interdisciplinario en el que participan también áreas como Educación, Infraestructura y Planeamiento, Desarrollo Económico, entre otras.
Además de los túneles “jesuíticos” del Hospital Moyano, también se descubrieron túneles en el Cabildo, bajo el Colegio Nacional Buenos Aires y la Iglesia de San Ignacio, en el cuartel que se levantó en Plaza Lorea, bajo la Casa de Gobierno, en la escuela técnica Otto Krause, en la Manzana de las Luces, la ex Aduana de Taylor, el Museo de Aguas Argentinas, y probablemente también bajo el casco de lo que fuera la estancia de los Olivera (“Chacra de los Remedios”, hoy Parque Avellaneda).
Túneles, galerías históricas, arroyos entubados, aljibes, fragmentos de baldosas, cerámicas y vajilla de la época colonial, y hasta restos de animales prehistóricos van recuperando, progresivamente, la luz que perdieron cuando las construcciones que hoy en día pueden verse, las taparon.
Así es como, en el año 2003, se realizaron tareas de recuperación y puesta en valor de los túneles y galerías subterráneas del Hospital Moyano, con el fin de utilizarlas como circuitos culturales. Esta actividad se realizó conjuntamente con la dirección del hospital.
"El objetivo del programa es develar los secretos que están, como decimos los arquitectos, bajo cota 0: vestigios de la cultura indígena, edificaciones sepultadas, galerías y túneles subterráneos, cuya existencia es desconocida por el vecino común", comentó la subsecretaria de Patrimonio Cultural del Gobierno de la Ciudad, Silvia Fajre en el lanzamiento del programa “Historia bajo las baldosas”.
Esta es una de las formas de conocer nuestro pasado, nuestras raíces, y poder ver como era la arquitectura de nuestra ciudad, hace 400 años.

Breve historia del Hospital Moyano:

En la Mítica Santa María del Buen Ayre, poblada de leyendas y "huecos de ánimas, los "locos mansos" transitaban las calles o las orillas del río; fueron divertidos bufones de damas o señores o inadvertidos ocupantes de habitaciones de terceros patios sombreados y de higueras. A los "locos/as" excitados se les reservaban las cárceles del Cabildo, a veces engrillados, otras encepados. Esto si eran de clase baja o esclavos. Si eran mujeres de clase alta, tenían la alternativa de las celdas de algún convento de clausura y precisamente, por ser el de "las catalinas" (monjas dominicanas de clausura) el primero en fundarse en Buenos Aires, fue el receptor de delirios e histerias femeninas. También hubo locos famosos que ocuparon las páginas de la historiaOrdenes o hermandades hospitalarias, entre ellas las de los frailes Betlemitas, trataron y lograrón ubicar dentro de la ciudad espacios para la dilemática contención de la locura y también fueron socorridos por esas órdenes, verdaderas y numerosas "cortes de milagro" de ciegos, tullidos, enfermos y mendigos, que pululaban por las calles porteñas. El historiador Paul Groussac, relata que en el año 1734, el vecino Don Ignacio Ceballos, dona a la Compañia de Jesús un terreno en Los Andes de San Pedro y una amplia finca en el sur de Buenos Aires. Ellos edificaron allí la residencia de Belén hasta expulsión de los jesuitas en el año 1767. Acontecido esto, los Betlemitas reclamaror la Lomas para sus obras; es en este tiempo de los Betlemitas que las Lomas toman el nombre de Convalecencia. En tiempos de Rivadavia se comienza a pensar en un proyecto de los hospicios (de hosped=huésped), pero sin duda no era aún el Kairós, el momento adecuado. Llega el gobierno de Rosas. Las Lomas serán ocupadas por los cuarteles de Cuitiño (la mazorca) cuyas ruinas quedan aún como reliquia histórica.Solo despúes de Caseros el proyecto largamente esperado podrá llevarse a término. La Sociedad de Damas de Beneficencia pone todo su empuje y coraje impregnado de la filosofía asistenciales propia de su tiempo, pero ve claramente el límite entre el proyecto benefactor y el proyecto científico y solicita el asesoramiento de un médico ilustre en ciencia y apellido, el Dr. Ventura Bosch, quien elaborará un programa para un gran hospital, tomando el modelo de los hospitales franceses. Corría el año 1853. Mientras se convocaban arquitectos y paisajistas que plasmarían el hospital futuro, fue inagurado provisoriamente con 66 pacientes el Patio de Dementes; era ya marzo de 1854. Recién a fines del siglo se va terminando la construcción de los grandes pabellones hoy centenarios. Ventura Bosch morirá joven aún, víctima de la fiebre amarilla; como Abraham, no alcanzará a ver la tierra prometid a. Pero el hospicio ya estaba fundado. La historia del hospital es una intrincada red de relaciones riquísimas, grandes y pequeñas, de héroes y de figuras brillantes y también de seres anónimos y olvidados, de figuras que llegaron al bronce como Ventura Bosch, Jackob, Moyano, del Valle. De ilustres médicos, profesores, investigadores, valientes enfermeras y religiosas y toda clase de hombres y mujeres que trabajarón para hacer crecer el hospital con esfuerzo y amor, en tiempos duros, con la consigna: "Suaviter in Modo, Fortiter in Re". EL siglo XX traerá la revolución psicoanalítica, la década del 50 la revolución psicofarmacológica con sus pioneros, los Dres. Martinez Dalke, Vicente Armando, Roberto Saubited, Guillermo Accuse Ruiz, Carlos Márquez y otros. Son 140 años de historia. El cambio impuesto por el tiempo es irreversible. Otros modelos, otros perfiles, otras filosofías, otros abordajes, nos abren a la pluralidad de lo nuevo. Pero aquí casi al borde del siglo XXI y dentro del sentido operante de los tiempos y a la luz de la historia este homenaje reconoce que todos dieron lo mejor de sí, no simplemente un vigilar y castigar en el sentido de Faucault. Este pasado será la raíz del cambio, el pasado de nuestro presente y nuestro futuro. Nuestro especial recuerdo a dos figuras del pasado:













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